Siempre digo lo que pienso: tengo la lengua de ácido aunque a veces declamo en colores. No acepto órdenes de nadie ni trabajo por dinero. Soy individualista y a la vez colectivista. Adoro las paradojas, romper esquemas, quebrar las hebras de la supuesta realidad. Me gusta el rock, la música celta, la clásica y la electrónica; los ritmos del mundo; las canciones inteligentes. Mi pasión es escribir aunque creo que, en pocos años, la tecnología y los medios masivos de comunicación darán el último navajazo a las letras; no me importa, seguiré escribiendo... Soy de placeres sencillos: no gusto del lujo ni de los restaurantes ni de los hoteles de cinco estrellas, y quiero una bicicleta en lugar de un Audi. Mi cuarto está decorado con Camejo y Bonachea, pero si pudiera cambiaría estos por Klee, Munch y Dalí... o algún anónimo artista del África prehistórica. Soy complejo: ni yo mismo me entiendo. Pero tengo claro lo que quiero.