Mi trabajo está dedicado con respeto y admiración a las personas que sufren de algún desorden neurológico y emocional estimulándolos con música de Mozart. En mi tiempo libre me escapo a pueblos cercanos para llevar a su gente necesidades básicas y el mejor regalo que recibo de ellos es una sonrisa. Disfruto caminar descalzo por algún rio, el bosque, sembrar árboles, cuidar mis plantas, el sonido del viento, el aroma de las frutas, dar una paseo por la playa en medianoche, recostarme en el pasto y mirar las estrellas, sentarme frente a una fogata, un amanecer. Disfrutar de esos momentos vibrantes, son algunas pinceladas de mi realidad