Prohibido rendirse ante las adversidades que nos presenta la vida, ante la incertidumbre, los señalamientos, las críticas, las burlas, la envidia, la enfermedad, y la injusticia.
Prohibido dejar a un lado los sueños, los valores, la esperanza, y la fe, sea cual sea.
Se vale estar triste, detenerse, sentir, incluso cuestionarse por qué estamos donde estamos.
Se vale cerrar ciclos, volver a empezar, replantearse los caminos, buscar alternativas para estar mejor.
Bajar la guardia no es dejar de luchar, porque hay procesos que se llevan en silencio, a
solas y el diálogo es con nuestro interior.
Rendirse es dejar que nuestro pulso se vaya apagando y creer que todo está perdido, es creer que nuestra vida no vale.
Por eso PROHIBIDO RENDIRSE, porque hasta el último día de nuestras vidas vale cada latido y cada respiración.