A través de las palabras uno mismo
se describe como imagen sin espejo,
escondiendo senectud, al verse viejo,
e intentando acentuar el dinamismo.
Y en el fútil caminar al ostracismo
en mi foto solo existe ese reflejo
que emulsiona la quietud del entrecejo
en un rostro atiborrado de simplismo.
Así pues entre verdad y certidumbres
soy así, igual que un torpe ladronzuelo
que en la noche y alejado de las cumbres
logrará dejar atrás su desconsuelo,
tras hallarla y desvestirme de costumbres
y vestirme con su piel de terciopelo.