Todo este espectáculo evoluciona en un canto lúbrico que llega a su punto culminante con un orgasmo explotando con un grito en mi garganta que logro apagar magistralmente colocando mi mano sobre mi boca para evitar que el apasionado sonido provoque el sobresalto de los seres que fuera de la habitación vagan exhibiendo su penosa terrenalidad ajenos a nuestro desencarnado deleite.