Verás: una muchacha bonita no te lo parecería tanto si no superas que
tiene su momento de esplendor y luego ha de envejecer y morir. Si algo
hermoso tuviera que permanecer igual toda la eternidad, yo me alegraría, sí,
pero lo miraría con más frialdad y pensaría: eso puedes verlo siempre; no tiene
por qué ser hoy. Pero lo que es perecedero y no permanece igual lo contemplo
ahora y con algo más que la pura alegría, también con un poco de pena.