Caminado en solitario, no en circulos de autocomplaciencia ni con desesperanza, he llegado a este lugar pensando que tal vez pueda conocer a una compañera de viaje que comparta mi misma ruta, sabiendo que no buscaré nada que antes no esté dispuesto a ofrecer y que me defina como persona. Que posea un rico mundo interior, con inquietudes y valores sólidos; educada y formada pero aún así humilde con lo que conoce y con lo que ignora; contenta con su profesión, y con ánimo de mejora. Preocupada por el mantenimiento de la forma pero que cultiva su fondo con los pies firmemente asentados en la tierra. Y que a pesar de que los infortunios del pasado hayan trazado surcos en el alma, continúa mirando hacia adelante, manteniendo el ánimo alejado del victimismo. Que no haya renunciado a disfrutar de los pequeños placeres cotidianos sin estridencias; que quiera y sepa exprimirle todo el jugo a la vida. Que entienda que la necesidad de afecto, comprensión, valoración, respeto y apoyo es una senda de ida y vuelta.